Hoy en día nos encontramos en una búsqueda constante por reducir nuestra dependencia de las energías no renovables contaminantes, más aún con la subida que han experimentado recientemente el gas, el petróleo y la electricidad.
Por ello cada vez surgen más opciones innovadoras que intentan abrirse camino para convertirse en la nueva fuente de abastecimiento de energía. Los paneles solares transparentes son una de ellas. En la Universidad de Michigan fueron pioneros en desarrollar estas placas fotovoltaicas con apariencia de cristal.
Su tecnología avanza sin prisa pero sin pausa hacia la consecución de este objetivo pero ¿cómo funcionan, cuáles son sus beneficios y cuándo los veremos en acción de forma masiva?
Simplificando, la recolección de energía solar a través de placas transparentes permite obtener energía eléctrica del Sol a través de ventanas o cualquier superficie de vidrio, sin importar el ángulo de inclinación. Esto implica una revolución para la energía fotovoltaica ya que se puede instalar tanto en viviendas como en vehículos y demás infraestructuras.
El sistema de captación solar utiliza moléculas orgánicas que logran absorber las longitudes de onda invisibles de la luz solar. Los investigadores pueden ajustar estos materiales totalmente reciclables para recoger sólo las longitudes de onda del infrarrojo cercano y ultravioleta que luego convierten en electricidad. Además cuentan con la ventaja de que pueden instalarse en prácticamente cualquier lugar, llegando a donde las placas convencionales no pueden.
Un ejemplo es el edificio Copenhagen International School, en Dinamarca, que utiliza 12.000 paneles solares transparentes por todo el edificio. Una instalación que produce 200 MWh de energía al año, lo que supone más del 50% de la energía que consume la instalación.
Pero desgraciadamente no todo son ventajas. Por ahora, el nivel de eficiencia de esta tecnología es muy bajo. Sus desarrolladores indican que apenas supera el 5%. Una cifra que no se puede comparar con el 18 y 21% de los paneles fotovoltaicos actuales. Debido a esto su implantación de manera masiva está más lejos de lo que nos gustaría pero se estima que para 2025 podrán alcanzar una potencia que compense su instalación.
