Existen muchos tipos de almacenamiento de energía, pero generalmente el más común son las baterías de litio. Cumple los estándares de las funciones a las que se destina, aunque es caro y tiene una vida útil no demasiado larga, ya que se consume rápidamente. Sin embargo, es la alternativa más común. Pero podría ser que su etapa de esplendor hubiera llegado a su fin.
El motivo: las baterías de cáñamo. Si, estáis leyendo correctamente.
Un equipo de investigadores norteamericanos ha desarrollado una batería de este material vegetal que podría utilizarse en coches y dispositivos eléctricos. La materia prima sería la fibra de cáñamo, es decir, la corteza interior de la plasta, la cual también se utiliza en compostaje, fabricación de papel, textiles o incluso ladrillos.
Es un material natural, rentable y muy sostenible que otras plantas destinadas a los mismos usos como el algodón el eucalipto, debido a que esta planta consumo poca agua y produce grandes cantidades de fibra en poco tiempo
El proceso de producción consiste en “cocinar” la pulpa leñosa del cáñamo y transformarla en nanoplanchas de carbono con las que posteriormente construir supercondensadores con una potencia tan alta y por con un coste tan mínimo que pueden llegar a superar al grafeno, el líder de la industria del almacenamiento energético.
Empresas como Tesla están desarrollando baterías para sus automóviles eléctricos con un componente nuevo: fosfato de litio-hierro, el cual se supone, dura el doble que las baterías convencionales usadas hasta ahora.
Sin embargo, aunque este fosfato de hierro-litio sea más abundante y barato que el ion-litio tradicional, no puede competir con el cáñamo en cuanto a potencia y rentabilidad.
Desde luego es una alternativa novedosa, pero, visto bien, tiene muchas posibilidades de convertirse en la elección óptima para almacenar electricidad de múltiples dispositivos. Tendremos que prestar atención a los avances que se vayan presentando en su desarrollo.