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Historia de las energías renovables 2: El almacenamiento energético

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A la hora de generar energía renovable de cualquier tipo una de las principales preocupaciones es encontrar un método para almacenar la potencia sobrante y que ésta pueda ser consumida más adelante, en momentos de menor producción.

Debido a esto, encontrar métodos de acumulación de energía es un paso fundamental para lograr una completa transición energética de los sistemas eléctricos. Hace unos años, la idea de almacenar energía renovable se percibía como un proyectos costoso y difícil de ejecutar con éxito. Pero poco a poco han ido surgiendo múltiples proyectos y alternativas que tienen potencial para convertirse en soluciones de almacenamiento en el futuro.

De esta manera, las energías renovables podrán aumentar su competitividad en el mercado eléctrico.

Los inicios del almacenamiento energético

Debemos remontarnos a la Italia del siglo XVIII, cuando el químico Alessandro Volta dio vida al que se convirtió en su invento más famoso: la pila voltaica. Diseñada en 1799, en ella se sucedían discos conductores de cobre y zinc con una capa húmeda y supuso, a pesar de sus limitaciones, una gran revolución que continúa siendo relevante hoy en día.

De hecho, esta pila primigenia ha ido evolucionando para mantener y mejorar su utilidad. Sin embargo, desde entonces hasta ahora los avances desarrollados en este campo han sido mínimos en cuanto a lo que la gran escala se refiere. Si es cierto que se han creado múltiples dispositivos para alimentar los pequeños aparatos electrónicos, pero en lo referente a la movilidad o el autoconsumo, aún no se han ideado alternativas 100% efectivas.

Principales tipos de almacenamiento energético

Al no ser posible controlar elementos como el aire o el sol, resulta imposible obtener energía de manera constante durante periodos de inactividad o nocturnidad. Esta es una de las principales desventajas que tiene las energías eólica y solar frente a las fuentes tradicionales destinadas al autoconsumo.

Poder disponer de este tipo de energía en cualquier momento, aunque no se esté generando de manera inmediata, supondría un impacto enorme en el mercado eléctrico, siendo el consumidor más independiente de las fluctuaciones de precio y los picos de demanda.

A propósito de ello, existen actualmente varios sistemas de almacenamiento de energía.

Baterías de litio

A día de hoy son el principal método de almacenamiento energético para las fuentes renovables. Presentan algunos inconvenientes como su limitada vida útil y su impacto en el medio a la hora de ser desechadas. Sin embargo, tienen potencial para desarrollarse en mayor medida y convertirse en una alternativa viable a largo plazo.

Bombeo Hidráulico

Los sistemas de bombeo se ubican en centrales hidroeléctricas. Su funcionamiento es sencillo: en los periodos de demanda elevada o cuando no se puede aprovechar la energía solar ni eólica, se liberan grandes cantidades de agua acumulada aprovechando el desnivel del embalse para impulsar unas turbinas que producen energía eléctrica.

Aire comprimido

También denominado CES (Compressed Air Energy Storage) es un método que utiliza depósitos subterráneos naturales o artificiales (minas, cuevas, acuíferos) para almacenar aire comprimido que al expandirse mueve un generador eléctrico.

Hidrógeno verde

Es aquel que ha sido creado a través de un proceso de electrolisis impulsado por energías renovables, lo cual implica que durante su producción no se ha generado ninguna clase de emisión contaminante. Una vez que se separa el hidrógeno de los otros elementos que componen el agua puede almacenarse y consumirse como fuente de energía. Esto lo convierte en una de las alternativas más factibles para lograr los objetivos de descarbonización, sustituyendo a los combustibles fósiles.

Termosolar con almacenamiento de sales fundidas

Aprovechando la gran capacidad que tienen elementos como el nitrato de sodio y el potasio para conservar el calor a altas temperaturas se puede producir la energía necesaria para momentos puntuales. Para ello, las sales se funden a temperaturas superiores a los 240 grados y tras convertirse en líquido ponen en movimiento unas turbinas a través de un generador de vapor.

Cuando la naturaleza decide descansar, los sistemas de almacenamiento entran en funcionamiento para ayudar a las energías renovables a realizar su labor. El almacenamiento de energía es la clave para añadir valor a la energía sostenible

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